SAO PAULO, Brasil — Steve St. Angelo, jefe de operaciones en Latinoamérica y El Caribe de Toyota Motor Corp. y su marca Lexus, usó unos lentes de sol al subir al escenario en la exhibición automotriz de Sao Paulo a finales del año pasado.
“El futuro es tan brillante que vamos a necesitar lentes de sol para poder ver”, dijo durante una presentación a los medios de comunicación.
Efectivamente, a pesar de las nubes negras de recesión económica y agitación política que se ciernen sobre los mercados automotrices sudamericanos, Toyota ve rayos de esperanza.
Las ventas de las marcas Toyota y Lexus aumentaron desde una cifra modesta de 13,829 unidades en 2016 a 391,720 vehículos en la región de 40 países, dijo Toyota. En Brasil, las entregas aumentaron de 2,148 a 179,448. (México, como parte de Norteamérica, no se incluyó).
Aunque no fueron exactamente resultados llamativos, ciertamente es un inicio para una compañía que ha sido un actor secundario en la región en comparación con la competencia como General Motors Inc. y Volkswagen A.G.
Además, hay pequeñas señales de una recuperación económica en Brasil y Argentina, dos de las economías más grandes de Sudamérica, junto con algunos indicios entre las naciones más pequeñas de la región.
El Sr. St. Angelo, un veterano con 30 años en GM quien se unió a Toyota en 2005, es realista acerca de lo que se puede lograr año tras año en una parte del mundo que está sujeta a ciclos de grandes auges y depresiones.
“Somos una compañía conservadora y creemos en lo que se llama crecimiento sustentable”, dijo a Automotive News. “Esto significa no alocarse e introducir este automóvil y ese otro automóvil ya que eventualmente el mercado cambiará”.