Por Laurence Iliff, Crain News Service
DETROIT - Los ejecutivos de la industria automotriz global no quieren hablar mucho sobre el presidente electo Donald Trump y sus planes comerciales.
Pero con miles de millones de dólares invertidos en plantas de manufactura de vehículos y cadenas de suministro en México, no pueden permitirse el lujo de no pensar en lo que los elevados aranceles y el desecho de los tratados podría significar para sus negocios.
Lo que los ejecutivos no dicen en sus prudentes observaciones públicas refleja su incertidumbre por un político inexperto cuyas promesas de campaña no siguieron una filosofía económica particular. Una semana después del sorpresivo resultado de las elecciones de Estados Unidos, quedaron preguntándose cuál Donald Trump se presentará el 20 de enero para su toma de posesión: el empresario pro-crecimiento o el populista proteccionista.
Lo que está en juego es mucho y va en aumento. México exportó una cantidad récord de 2.8 millones de automóviles y camiones ligeros durante el año pasado, casi tres cuartas partes de los cuales terminaron en EE.UU. Alrededor del 12 por ciento de los vehículos nuevos comprados en EE.UU. el año pasado se fabricaron en México.
Un ejecutivo que ha expresado su opinión abiertamente en las últimas fechas es el CEO de Ford Motor Co., Mark Fields, cuya empresa fue objeto de críticas por el Sr. Trump durante la reciente campaña presidencial después de que confirmara este año que el fabricante de automóviles estaba construyendo una planta para autos compactos en el estado central mexicano de San Luis Potosí.
En el marco de la reciente exhibición Los Angeles Auto Show en noviembre, el Sr. Fields dijo que los aranceles propuestos por el Sr. Trump para automóviles fabricados en México serían contraproducentes para la economía de Estados Unidos en general.
“Un arancel de ese tipo se impondría a todo el sector automotriz, y eso podría tener un enorme impacto”, comentó el Sr. Fields. “Sigo convencido de que prevalecerán las políticas correctas. Creo que todos compartimos el mismo objetivo, que es una economía estadounidense sana y pujante”.
El presidente electo parece haberse atribuido el crédito a finales de noviembre por una decisión de Ford para mantener la producción del vehículo crossover compacto de siguiente generación de Lincoln MKC en Louisville, Kentucky. La compañía había considerado trasladar esa producción a México para hacer espacio para fabricar más unidades de Ford Escape en Louisville. Ford no hizo comentarios sobre si el Sr. Trump desempeñó algún papel.
General Motors Co., que fue el mayor exportador de México el año pasado con casi 540,000 vehículos, ha sido más cauteloso en sus comentarios sobre el Sr. Trump y las posibles estrategias de su administración.
“Tenemos una historia de trabajo firme con todos los gobiernos de todo el mundo”, dijo la CEO Mary Barra a Automotive News recientemente en Detroit. “Claramente, este es nuestro país, así que vamos a trabajar de forma productiva con la administración”.
Lenguaje cauteloso