Por Dan Marinucci
Los profesionales maduros y respetuosos, especialmente los dueños de negocios, no publican sus opiniones políticas mediante correo electrónico y/o medios sociales.
Aquellos que publican sus agendas políticas pueden provocar respuestas más profundas y arriesgadas de lo que esperaban.
Creo que publicar las creencias políticas personales es semejante a lanzar un fósforo encendido a un barril de pólvora. Puede salirse con la suya algunas veces, pero no todo el tiempo.
Luego cuando el barril explote, aprende demasiado tarde que las consecuencias son mucho más graves de lo que creyó.
Se supone que todos tienen derecho a tener sus opiniones, especialmente cuando están de acuerdo con las nuestras, ¿cierto? Seguramente, las creencias políticas intensas y apasionadas son la ley de la vida. En el pasado, por ejemplo, dos personas en un bar o una reunión familiar pueden discutir acerca de un problema o un candidato.
En esa situación, los mayores riesgos eran narices sangrando y vergüenza en una disputa que realmente era un evento relativamente privado y localizado.
Actualmente, la situación ha cambiado. Las tensiones parecen ser más grandes y los sentimientos se hacen sentir más profundamente que en el pasado. De hecho, la atmósfera política se siente súper cargada y pésimamente polarizada. En cualquier momento o lugar, las discusiones políticas se escuchan mucho más tensas y encolerizadas de lo que solían ser.
Lo que es peor, las formas más nuevas de medios de comunicación tales como Internet y medios sociales, Facebook, Twitter, Instagram, et al., rigen nuestras vidas. La velocidad y el alcance de estos canales de comunicación modernos están casi más allá de comprensión. En un abrir y cerrar de ojos, una opinión o disputa apasionada publicada a través de medios modernos puede alcanzar de cientos hasta miles de personas. Los mensajes se reenvían constantemente, usualmente sin su conocimiento.
Muy diferente a las discusiones de cara a cara en el bar o en un picnic familiar, publicar sus opiniones puede crear un tipo de confrontación inadvertida pero más arriesgada. Respete el hecho de que los canales modernos de comunicación son cualquier otra cosa excepto privados o discretos. Está en nuestra naturaleza humana repetir o reenviar mensajes, especialmente aquellos que alguien puede percibir como insultantes, ofensivos u hostiles.
Además, es más probable que algunas personas compartan estos mensajes con otras personas que piensan igual y quienes también creen que el material es ofensivo.
Antes de que se dé cuenta, quizás haya confrontado y ofendido a docenas, y hasta cientos, de sus clientes, o quizás benefactores potenciales, dentro de su área de mercado. En el mercado actual ultra competitivo, su concesionaria de neumáticos o taller de servicio debe estar haciendo tantos amigos como sea prácticamente posible en vez de crear enemigos.
Peor aún, usted puede no apreciar el daño que sus valiosas opiniones han hecho hasta que se da cuenta que su conteo de automóviles ha disminuido o esas cuentas de flotas vitales desaparecen misteriosamente.
No me malinterprete. Los canales de comunicación en masa actuales son y han sido esenciales para propagar información útil y vital, especialmente después de tragedias humanas y desastres naturales. Dicho esto, esta tecnología dominante y de alta velocidad parece facultar a las personas a decir cualquier cosa que quieran, cuando quieran a través de su canal de comunicación favorito. Como resultado de estos medios poderosos, la cortesía común, el decoro y la discreción parecen algo del pasado.
Sin importar qué es lo parece ser lo "nuevo normal", compartir sus opiniones políticas es una acción, y las acciones tienen consecuencias. A diferencia de mi ejemplo con el barril de pólvora, estas consecuencias pueden no ser obvias o inmediatas, pero pueden dañar su reputación, así como también la imagen de su negocio en las inmediaciones. Esto es daño colateral que no necesita.
Si insiste en telegrafiar cualquier cosa en los canales de comunicación masivos modernos, promueva conceptos positivos y proyectos para su industria y su comunidad. Esto puede incluir todo desde reclutamiento de técnicos hasta publicar la renovación reciente de su taller. O bien, puede incluir la promoción de una recaudación de fondos para ayudar a inundaciones o ayudar a los desamparados.
Estos son temas positivos y productivos que todos, incluyendo sus clientes, aceptarán y admirarán.
Dan Marinucci es un escritor independiente de servicios automotrices y ex editor de dos revistas de servicios automotrices que escribe una columna de servicio automotriz regular en Tire Business. Puede comunicarse con él mediante correo electrónico a [email protected]. Sus columnas anteriores están disponibles en www.tirebusiness.com.